Entrevista a Angélica Morales, funcionaria destacada: “Para mí la calidad de las personas ha sido excelente”

Camina por los pasillos sonriendo, espontánea no pierde la oportunidad de reírse de la vida, de hacer una broma, de “echar la talla” menciona. Angélica Morales es funcionaria de la Facultad Tecnológica y fue elegida como funcionaria destacada este año, reconocimiento que agradece y señala ha tenido suerte con las personas que ha encontrado durante estos años en la Unidad Mayor.

Oriunda de San Bernardo, recuerda con cariño su infancia en el campo y sonríe al mencionar que tenían una vaca y un caballo en la parcela en la cual vivía con sus papás y sus diez hermanos: “Tuve una niñez feliz en el campo. Hacíamos fondas, rodeo, vendíamos pan amasado cuando chicos, teníamos árboles frutales, el campo no era tan grande pero teníamos hasta una vaca y un caballo – se ríe -. Una infancia feliz”, comenta.

Menor de las hijas mujeres, cuenta que su papá era apatronado y trabajaba el campo, en tanto que su mamá trabajaba en las lecherías, razón por la que costaba verlos durante el día, momento en el cual los cuidaba su hermana mayor. A pesar de estas dificultades, señala que como familia eran súper unidos, y que todos colaboraban con el trabajo en el campo.

Cuando tenía 16 años se vendió el terreno, pero siguieron trabajando en el campo con su familia, aunque muchos de sus hermanos luego se irían a trabajar fuera de San Bernardo.

Estudió hasta quinto básico en la comuna y después se fue a estudiar a Maipú, a la actual Escuela Germán Riesco, ex escuela INSA. Ubicada por camino a Melipilla, cerca de la línea del tren, cuenta sobre los extensos viajes que debía hacer con sus hermanos desde San Bernardo al colegio.

“Entrabamos a las ocho, pero teníamos que salir de la casa a las cinco. Todos estudiamos ahí, mis hermanos, mis primos, todos. Ibamos achoclonados. A veces nos devolvíamos caminando del colegio a la casa, por detrás de los cerros, caminábamos como 2 horas y media, pero íbamos jugando así que no nos dábamos cuenta”, recuerda.

Al terminar la enseñanza básica y media (que cursaría en el Liceo Comercial A-24 Gabriel González Videla) comenta que se dedicó a ser mamá. Primero cuidando a sus sobrinos, y luego a su único hijo, quien tiene 23 años y es técnico deportivo.

Más de 24 años casada, cuenta que es feliz con el hombre que la ha acompañado en su vida, a quien conoció por medio de unas amistades en común cuando ella trabajaba en el correo: “Nos conocimos cuando yo trabajaba en el correo, comenzamos a salir y luego nos casamos. Estoy felizmente casada”, señala.

Si bien su primer nombre es Angélica, señala que nadie la llama así sino que más bien Pilar, respecto a esto, menciona que fue así desde su infancia, y que incluso ella prefiere que la llamen de esa forma.

“Mi mamá en el campo me decía Angélica, pero todos mis hermanos, tíos o mi papá me decían Pily, por Angélica del Pilar. Cuando comencé aquí a veces me decían Angélica y yo no sabía que me llamaban a mí, porque no estoy acostumbrada – se ríe -. Me gusta más Pilar o Pily, aquí todos me llaman así, así que cuando me preguntan cómo me llamo, respondo Pilar”, cuenta sonriendo.

Vínculo con la Facultad Tecnológica

Llegó hace más de diez años a trabajar a la Universidad de Santiago, específicamente en la Facultad Tecnológica. Durante ocho años trabajó como auxiliar de aseo de la Unidad, y hace tres que trabaja como mayordomo de la Facultad.

Los ocho años que trabajó como auxiliar de aseo, comenta, le sirvieron para conocer no sólo el funcionamiento e instalaciones de la Facultad, sino también a todas las personas que forman parte de ésta.

“Trabajé ocho años haciendo aseo aquí, en el segundo piso, decanato, registro. Los conozco a todos hace más de diez años”, señala.

En relación a cómo llegó a ser mayordomo de la Facultad, cuenta que hace unos años se abrió un cupo para ese puesto y que algunos integrantes de la misma Facultad la motivaron a postular.

“Cuando me enteré que estaban buscando a alguien para mayordomo yo primero pensé en mi hijo, que en ese momento estaba sin trabajo. Fui donde Daniela Vallejos y Ruth Antilef a comentarles de esto, y ellas me dijeron “¿y por qué tú no, Pily? Tú ya conoces todo el funcionamiento de la Facultad ¿por qué tú no?”. Nunca voy a olvidar lo que me dijeron ese día, y me atreví, postulé y luego de un tiempo me contrataron”, comenta.

Al referirse a su contratación, agradece la oportunidad que le brindó la Facultad Tecnológica en ese momento, y principalmente a quienes la apoyaron y motivaron a hacerse cargo de esta nueva responsabilidad.

Tres años han pasado desde que asumió esta nueva función en la Unidad, y es enfática en destacar a las personas que ha conocido durante este tiempo. Como explica Pilar, ha encontrado varias personas que día a día la apoyan, desde secretarias, académicas y académicos, profesionales, estudiantes, y todos quienes forman parte de la comunidad de la Facultad Tecnológica.

Destacada por su buen trabajo y espíritu alegre, este año, por segunda vez, los integrantes de la Facultad la escogieron como funcionaria destacada. Respecto a esto, cuenta que la primera vez que la eligieron, el primer año contratada por la Unidad, no podía creerlo. Señala que esta segunda vez no fue distinto, y que este reconocimiento, en términos humanos, es muy importante.

“Recibirlo allá en el salón de honor, con nuevos jefes y autoridades, fue muy emocionante, bonito, como la primera vez. El que te quieran, que te aprecien, eso es lo más importante”, menciona.

Finalmente, en relación a lo que más destaca de la Facultad Tecnológica, recalca la calidad humana de las personas que la componen: “Todos mis compañeros, académicos, funcionarios, todos han sido excelentes personas, cariñosos conmigo, preocupados. Agradezco el estar aquí”, comenta.

 

Por Estefanía Ibaceta González