Columna de Opinión: El toro mítico europeo en la ideología Nazi. Por Dr. Jorge Brower Beltramin

"La emergencia y consolidación del Nacionalsocialismo, conducido por Hitler, en el periodo más obscuro de la historia de Alemania, nos muestra cómo una ideología delirante se apropia de todo aquello que de fuerza a un proyecto político totalitario y destructivo. " Por Dr Jorge Brower Beltramin

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La emergencia y consolidación del Nacionalsocialismo, conducido por Hitler, en el periodo más obscuro de la historia de Alemania, nos muestra cómo una ideología delirante se apropia de todo aquello que de fuerza a un proyecto político totalitario y destructivo. La intención de revivir al mítico toro/uro ya extinto, que vivió en los bosques más antiguos de Europa, fue parte del ideario alucinado de los nazis.

A la memoria de Norbert Obuch-Woszczatynski Odachowska.

Un poco de historia, etimología y genealogía

Durante la Guerra de las Galias, que se extendió entre el 58 a.C y el 51 a.C, el entonces procónsul romano Julio César, derrotó a las tribus galas, comandadas por Vercingétorix. Como consecuencia, el Imperio Romano se hizo aún más poderoso integrando las tierras galas, que se extendían desde el Canal de la Mancha hasta el Mediterráneo.

En ese período de invasión bélica, Julio Cesar escuchó el término uro entre los habitantes del bosque Hercínico[1], que correspondían a antiguas tribus celtas, quienes nombraban de esta forma a los toros salvajes. El uro fue descrito por el propio Julio Cesar, en la guerra de las Galias[2] , como un animal de porte un tanto más pequeño que el elefante y del color y forma de un toro.

Otros estudiosos y naturalistas romanos se detienen en estos bovinos salvajes. Es el caso de Plinio, quien diferencia al uro del bisonte. Para este renombrado naturalista, se trata de dos especies diferentes, advirtiendo que se sabe muy poco del toro salvaje de Germania y que no debe confundirse con el bisonte, al que las tribus de la región habían tenido más acceso en largas jornadas de caza.

Más allá de estas consideraciones sobre las características de este animal perteneciente a la megafauna europea, desde tiempos pretéritos, su denominación como uro procede del idioma Galo y su significado corresponde a toro salvaje.

Con el paso del tiempo y el desarrollo de la ciencia, entre ellas, la zoología, se ha podido establecer que el uro euroasiático (Bos primigenius primigenius o Bos taurus primigenius), es un mamífero extinto.[3]

En el seguimiento de la ruta emprendida por el uro, lo encontramos finalmente en Europa, específicamente en los bosques polacos de Jaktorów y Witkiski. De hecho, el último ejemplar encontrado fue una hembra, muerta en el bosque de Jaktorów (Polonia, 1627). Ambos bosques forman parte de una extensa área de parques denominada Bialowieza[4] . Se trata de un territorio al que podían acceder sólo la familia real y sus invitados. De esta forma, el pueblo polaco ni siquiera sabía de su existencia ni menos de su espléndida biodiversidad.

En este escenario natural, histórico y lingüístico, vivió el mítico uro. La ideología nazi se apoderó de esta bestia salvaje, con el fin de exponerla como parte de un sistema simbólico, a través del cual se quería expresar el poder del tercer Reich, con el sello del nacionalsocialismo concebido por Hitler y los ideólogos que lo acompañaron, en un proyecto político totalitario que avanzó a costa de crímenes e intentos de exterminio y que finalmente terminó de la peor manera, para millones de seres humanos.

El uro o toro salvaje en el ideario nazi. Un proyecto frustrado varias veces.

La historia reciente sobre la des-extinción del uro, la encontramos en las primeras décadas del siglo XX, específicamente en 1921, cuando los hermanos y zoólogos alemanes Lutz y Heinz Heck comenzaron a desarrollar un proyecto para revivir al enorme y salvaje toro de los bosques europeo[5]s. El planteamiento inicial de los hermanos Heck era que el ganado vacuno actual descendía del uro y, por tanto, sus genes habitarían dentro del ganado doméstico. Los zoólogos iniciaban de esta forma, un largo y accidentado camino de selección de razas, que tuvieran semejanzas con el extinto animal.

Es muy relevante, señalar el año en que estos científicos iniciaron sus trabajos.  En 1921, el Partido Nazi estaba recién estableciendo sus bases ideológicas[6]. Por su parte, los hermanos Heck eran partidarios del antiguo nacionalismo alemán, pero no tenían mayor información sobre este nuevo partido, ni mucho menos formaban parte de él.  Mientras tanto y con el correr de los años, otros embates sacudían al naciente partido nacionalsocialista (nazi). Uno de los hechos más importantes fue el famoso Putsch de Múnich, ocurrido el 9 de noviembre de 1923, levantamiento e intento de golpe que terminó con Hitler preso y el partido prohibido.  A comienzos de 1925 el nacionalsocialismo es refundado y, con Hitler ya libre, se inicia su camino al poder, logrando el gobierno de Alemania ocho años más tarde. Toda la década del 20 fue un tiempo para la decantación de los contenidos centrales del nazismo, incluida la publicación de Mein Kampf, ideario doctrinal escrito por Hitler, en el tiempo en que estuvo preso.

Mientras esto ocurría en la convulsionada vida política alemana, Lutz y Heinz Heck perseveraban en su trabajo para revivir a los uros que, en otros tiempos, habían sido trofeos de caza para los recios germanos, que alguna vez se adentraron en bosques prístinos, espacio en donde habitaba esta megafauna esplendida.  En ese espacio ensoñado no solo vivía el uro, sino también el bisonte y el tarpán, nombre que recibía un caballo salvaje muy difícil de atrapar. Claramente, los hermanos Heck se inspiraban en un nacionalismo de antigua data y vinculaban la existencia de estos animales con el poder y la fuerza germana. Reafirmar esta idea de poder y fortaleza, se hacía urgente, para una suerte de renacimiento de Alemania, luego de la humillación histórica sufrida con el Tratado de Versalles[7], al término de la primera guerra mundial.

Bajo estas condiciones políticas e históricas, los Heck viajaron por toda Europa, seleccionando las razas que se acercaban al uro original o primitivo. Dentro de esas razas destacan la Gris de Hungría, la Highland escocesa y la de pezuña negra alemana.

Luego de este largo periplo europeo, investigando a los descendientes del toro salvaje, en 1932 nace un ternero llamado Glachi, en el que se mezclaban las sangres de los bovinos estudiados. Fueron conocidos como los “uros de Heck”, pero el resultado no fue satisfactorio para los zoólogos. Glachi era más pequeño que el mítico toro y su fortaleza física no correspondía al agriotipo salvaje que se pretendía revivir.

Dadas así las cosas, el proyecto de los Heck se veía estancado y sin financiamiento para seguir adelante. Es en esta coyuntura, cuando la asunción al poder de Hitler era inminente, que sus estudios serían reimpulsados.

El 30 de enero de 1933, luego de las elecciones del Reichstag (parlamento alemán) ocurridas en 1932, en la que los nazis perdieron cerca de dos millones de votos, Hitler negocia un gobierno de coalición con los conservadores. Ese día trágico para la historia de Alemania, Europa y el mundo, el presidente alemán Paul von Hindenburg nombra canciller a Hitler.

El nacionalsocialismo  llega al poder con oscuras intenciones, causando terror y muerte, desde una ideología totalitaria y delirante. Esta situación es aprovechada por Lutz Heck, quien en esos momentos ya era simpatizante del partido y patrocinador de las Schutzstaffel (conocidas como las SS, eran escuadrones de protección militar que funcionaban al servicio de Hitler).

El zoólogo se vincula con la jerarquía nazi, en particular, se acerca a Hermann Goering, comandante en jefe de la Luftwaffe, (fuerza aérea alemana) y, a Heinrich Himmler, Reichsführer de las Schutzstaffel (jefe superior de las SS). Ambos personajes son muy sensibles al tema de la reconstitución de los elementos simbólicos más fuertes de la mitología germana. Como resultado de esta proximidad a los jerarcas nazis, se aprueba el programa denominado “uro reconstituido».

Fue así como Lutz Heck pone sus investigaciones al servicio del régimen nazi, construyendo un discurso tan delirante como el expresado por el nazismo. Expone el programa, describiendo bosques alemanes, poblados por megaherbívoros poderosos y salvajes, cazados por los guerreros arios, la nueva raza que produciría el régimen comandado por Hitler.

Durante 1937, solo dos años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial, con la invasión alemana a Polonia, se celebra en Berlín una Exhibición Internacional de Caza. Heck y sus colaboradores se juegan el futuro del programa “uro reconstituido», exponiendo una maqueta del bosque de Bialowieza, en Polonia. Este bosque, conocido por ser uno de los más antiguos de Europa, era el escenario perfecto para la ensoñación delirante de Heck y los nazis. Habitado por osos, lobos, ciervos y linces, también había sido el hogar de los últimos bisontes salvajes europeos. La intención definitiva de Heck era convertir los bosques de Bialowieza, nada menos que, en un coto de caza exclusivo para Goering, espacio en el que los arios seleccionados y preparados podrían medirse con la megafauna germana, para finalmente exhibirla como un trofeo gracias al meticuloso y artístico trabajo de los taxidermistas.

Antes de que el sueño de Heck se hiciera realidad, con los bosques de   Bialowieza en manos de los nazis, en 1938, los uros de Heck fueron soltados en la finca de Goering, Carinhall, ubicada en el bosque de Schorfheide, al Noreste de Berlín[8] .

La experiencia en el coto de caza de propiedad de Göring en Schorfheide fue un desastre. La ensoñación delirante del zoólogo, empapada definitivamente por el ideario nazi, produjo finalmente animales monstruosos, causando terror y destrucción. Los toros de Heck resultaron ser muy agresivos y atacaban a los lugareños sin mediar provocación alguna. También invadieron el espacio que ocupaban los ciervos quitándoles su alimento.  Goering, enfurecido con la situación, prohibió el ingreso de más toros salvajes a su propiedad, aunque siguieron provocándole dolores de cabeza, los que allí habían quedado, libres en el bosque.

Al año siguiente, en 1939, el proyecto de los uros de Heck tomó fuerza nuevamente. Los alemanes invaden Polonia, dando inicio a la Segunda Guerra Mundial. Al comienzo, el apetecido bosque de Bialowieza quedó en manos de los soviéticos. Sin embargo, en el verano de 1941, el ejército alemán inicia su ofensiva en el frente oriental, contra la Unión Soviética, en la famosa y desastrosa operación barbarroja[9]. De este modo, el bosque de Bialowieza es ocupado por los nazis.

Para lograr su objetivo de producir al mítico toro salvaje de los pretéritos bosques de Eurasia, Heck promueve una limpieza étnica del Bosque. Son quemadas 34 aldeas y se asesinan y/o deportan a más de 7.000 campesinos. Habitaban la zona, leñadores rusos que se habían quedado durante la ocupación soviética, partisanos polacos que se refugiaban en el tupido bosque y, labradores que, en ocasiones, tenían alguna vinculación familiar con los guerrilleros. Para entonces, el zoólogo Lutz Heck compartía claramente las metodologías de destrucción y muerte utilizadas por el nazismo. El mítico Bosque de Bialowieza ya podía considerarse, en propiedad, el lugar en que la megafauna germana viviría para alimentar la delirante ideología promovida por Hitler y sus más cercanos colaboradores.  De esta forma, los uros de Heck fueron llevados a Bialowieza y allí se pierde el rastro de estos engendros que, finalmente, nunca fueron cazados por los arios imaginados, entre otros, por Hermann Goering.

El Bosque no pudo ser controlado por los nazis ya que se desató una guerrilla interminable, en la que los partisanos polacos, judíos y bielorrusos frustraban cada intento de avance de los alemanes. Finalmente, el ejército alemán, no sólo pierde el bosque sino toda Polonia y debe replegarse dramáticamente. Los toros salvajes de Heck fueron tragados por los bosques de Bialowieza, como si la naturaleza hubiese sabido que eran el fruto de un proyecto monstruoso, cuya finalidad era reforzar el ideario nazi. Lo más probable es que estos animales fueran cazados por los soldados de la resistencia y los pocos campesinos que quedaban, con el fin de alimentarse y poder sobrevivir. También es posible que algunos de ellos hayan sido reconocidos como los toros nazis, símbolo de la fauna germánica y, por tanto, eliminados sólo por esa consideración.

Heinz Heck murió en 1982 y Lutz, el zoólogo más comprometido con el nazismo, falleció en 1983. No hubo cargos contra ellos en los procesos de juicios a los nazis.  Con los años, su trabajo de revivir al mítico uro, fue calificado como mediocre y muy distante a un posible desarrollo de la raza original de toros que habitó los milenarios bosques europeos.

Referencias:

  • van Vuure, C. (2001). Retracing the Aurochs. In B. Gerken, & M. Gorner (Eds.), Neue Modelle zu Masznahmen der landschaftsentwicklung mit groszen Pflanzenfressern und praktische Erfahrungen bei der Umsetzung (pp. 261-265).
  • van Vuure, C. (2002) History, Morphology and Ecology of the Aurochs. Bos. Lutra, vol.45

[1]   Aun cuando Aristóteles ya se había referido a esta región de Europa, fue Julio Cesar el que entrega más detalles de la misma. El nombre se utilizó para referirse a las zonas montañosas del centro-sur de Germania.

[2]   La guerra de las Galias enfrentó al procónsul romano Julio Cesar con las tribus galas. Este hecho es de gran relevancia ya que, al someter el Imperio Romano a este territorio, expandió su presencia en una parte importante de Europa. La alusión que se hace en el artículo a este hecho bélico, es relatada por el propio Julio Cesar en el texto Comentarios a la guerra de las Galias, referente histórico de gran importancia, no sólo por los hechos acontecidos, sino por su valor lingüístico en la enseñanza del latín moderno.

[3]   Su aparición se remonta a unos dos millones de años. Se habría extendido por Asia, Europa y norte de África.  Su desaparición se debería a la caza, la domesticación y el retroceso de los bosques debido a procesos climáticos y de utilización de la madera para la construcción de viviendas.

[4]   Esta zona siempre ha estado sujeta a conflictos de variada índole. Desde el siglo XV perteneció a la monarquía polaca y era territorio exclusivo de caza para los reyes polacos. Aun cuando se cuidaba a los uros para mantener el deporte real, ya a mediados del siglo XVI se censaron 38 ejemplares y a comienzos del siglo XVII (1602), se pudo registrar la existencia de 5 toros salvajes. Como ya hemos señalado, la única hembra sobreviviente murió por causas naturales en 1627. Con el paso de los años, estos bosques han sido explotados sin planes de manejo serios y los científicos no han podido acceder con mayor facilidad a un verdadero santuario de la naturaleza. Su difícil acceso y el estado virgen de este bosque, lo convierten en uno de los lugares del planeta de mayor conservación ecológica. De hecho, en relación a los bovinos salvajes ya extintos, en tiempos recientes se ha reintroducido al bisonte, después de que el último ejemplar en libertad fuera cazado en 1919.

[5] En ese momento los hermanos Heck cumplían funciones como directores respectivamente, de los zoológicos de Berlín y Múnich. Su padre también había sido un connotado zoólogo y director del zoológico de Berlín.

[6] Un año antes, en enero de 1919, Anton Drexler, junto a un grupo de colaboradores, funda en Múnich, el Partido Obrero Alemán (Deutsche Arbeiterpartei). Hitler, en un comienzo es enviado por el Servicio de Inteligencia del ejército alemán para observar y controlar las actividades del partido. Sin embargo, su rápido compromiso ideológico y vocación política, lo llevó a planificar el primer gran mitin del partido en Múnich, el 24 de febrero de 1920, leyendo frente a la multitudinaria audiencia, los 25 puntos del Programa Nacionalsocialista.

[7] El 28 de junio de 1919, cerca de París, los gobernantes europeos firmaron, en el Palacio de Versalles, uno de los tratados más nefastos en la Historia de occidente. El Tratado pone fin a la Primera Guerra Mundial. Alemania es la gran derrotada. Declarada culpable de la sangrienta y larga guerra, en el documento de paz, se le despojó del 13% de su territorio población. La región de Renania fue desmilitarizada y el nuevo organismo internacional denominado Sociedad de las Naciones se apoderó de las colonias alemanas. El ejército fue reducido a 100.000 hombres. La sanción política incluyó, además, someter a juicio al emperador Guillermo II, atribuyéndole responsabilidad en crímenes de guerra. Finalmente, el tratado exigía que Alemania pagara 269.000 millones de marcos de oro (unos 33.000 millones de euros). Lo que no se vio con claridad, por parte de los vencedores, fue que la humillación ejercida sobre Alemania, incubaría sus deseos de venganza para volver a tener el protagonismo alemán en la escena económica, política y cultural europea.

[8] Carinhall fue la residencia de campo de Hermann Göring. Se encontraba entre los lagos Großdöllner See y Wuckersee, al norte de Brandenburgo y, su nombre recordaba a su primera esposa, una sueca llamada Carin. Desde 1990, este bosque es reserva de la biosfera y es administrado por el estado alemán de Brandemburgo, cerca de la frontera polaca.

[9] La Operación Barbarroja (Unternehmen Barbarossa), tuvo como objetivo la invasión alemana de la Unión Soviética. La acción bélica, que comenzó el domingo 22 de junio de 1941, tenía como propósito estratégico fundamental, apoderarse de las reservas de petróleo del Cáucaso y la producción agrícola de Ucrania. El plan incluía el exterminio, esclavitud, germanización y deportación masiva a Siberia de los pueblos eslavos, expandiendo el territorio alemán o Lebensraum (espacio vital).

Finalmente, la operación Barbarroja fracasó. A fines de 1941, la Batalla de Moscú, marcó el inicio de la contraofensiva soviética de invierno. Luego de sangrientos enfrentamientos, el ejército alemán (Wehrmacht), colapsó y debió retirarse del frente oriental.

Publicado en La Razón.cl

Miércoles, Enero 19, 2022 - 17:00